Denunciando el Universalismo
Publicado: 25 noviembre, 2012 Archivado en: Apologética, Herejías Deja un comentarioDenunciando el Universalismo
Por: J. Oswald Sanders
No es nuestro propósito tratar exhaustivamente las doctrinas del universalismo, pero no podemos evitar referirnos al tema pues en algunos aspectos afecta lo que estamos considerando, especialmente en cuanto a la evangelización de los paganos. Sin duda hay diversos puntos de vista dentro del campo del universalismo, pero todos sostienen en común que finalmente, ya que Dios es amor, ese amor triunfará sobre su ira, y todo ser humano estará comprendido dentro de ese amor. No pueden aceptar que millones de almas creadas a la imagen de Dios puedan finalmente estar apartados de Él. Si existe tal cosa como la ira de un Dios enojado debe ser temporaria. El doctor C.H. Dodd, destacado erudito bíblico lo expresa muy claramente en The Bible Today (La Biblia hoy): “Así como todo ser humano yace bajo el juicio de Dios, también todo ser humano en última instancia está destinado, en su misericordia, a la vida eterna”.
En el campo de las misiones el universalismo se define en las palabras de D.T. Niles cuando dijo que Cristo ya había redimido a todo el mundo, y que un día Él recogerá todo el mundo a Sí mismo. Pero hasta que lo haga hay algunos que viven en rebelión, no sabiendo que le pertenecen a Él o de que Él los ha redimido. Comparó a aquellos que no tienen a Cristo con los japoneses en islas remotas que seguían peleando después de que la Segunda Guerra Mundial había cesado, porque no se habían enterado de que la misma había finalizado. Al dirigirse a la Convención Bautista Americana el doctor Niles dijo que todos los hombres están dentro del ministerio de Jesucristo, lo acepten o no. Afirmó que la pregunta: ¿Eres salvo?, jamás se formula en el Nuevo Testamento, y que sólo se pregunta: ¿Sabes que Jesucristo es tu Salvador? Jesús es Señor aunque el hombre no lo sepa, lo crea o no lo crea.
Ninguno negaría que Cristo es en potencia el Salvador de todos los hombres en virtud del hecho que Él hizo la propiciación por los pecados de todo el mundo en la cruz. Pero a través de toda la Escritura se sostiene que la salvación que Él hizo posible sólo se efectiviza en respuesta a una fe viva (cp. Ef. 2:8).
Las implicaciones de esta doctrina universalista son claras. Si es verdad que todos los hombres en realidad han sido redimidos, entonces la tarea del evangelista no es ganarles para Cristo sino informarles que están redimidos para que comiencen a vivir de acuerdo con esa redención. La antigua idea de que la tarea del misionero era llevar a Cristo a la India y a la China ya no tiene validez pues Cristo ya está allí, puesto que es el Salvador universal. El privilegio y la responsabilidad del misionero es anunciar el señorío universal de Cristo, y desafiar a los hombres que lo reconozcan en sus vidas. Aquellos que lo hacen en esta vida comienzan a disfrutar en la tierra de las recompensas de pertenecer a Dios. Los demás que no gozan de estas bendiciones en la tierra por no haber oído de Cristo en este mundo, recibirán los beneficios después de la tumba.
Hay unas cuantas Escrituras en que los universalistas se basan y debemos admitir que algunas de ellas a prima facie, y otras por estar divorciadas de su contexto, dan algún apoyo a su posición. Nels F.S. Ferre que se auto-denomina universalista, sostiene que su punto de vista “se basa en la más profunda y fuerte lógica de la Biblia”. Para sustentar su declaración cita versículos como 1 Timoteo 2:3, 4; 4:10; Lucas 1:37; Romanos 2:12; 1 Corintios 1:18; Tito 2:11; Colosenses 1:20; Juan 12:32; Hechos 3:21; 2 Pedro 3:9; 1 Corintios 15:22, 28; 2 Corintios 5:19; 1 Juan 2:2. No nos proponemos aquí procurar combatir la interpretación universalista de estos versículos sino sólo decir que en cada caso hay una interpretación que refuta tal punto de vista. Pueden consultarse comentarios confiables para encontrar estas interpretaciones. Sin embargo, sí daremos algunas consideraciones para demostrar que el universalismo no está en armonía con las enseñanzas de las Escrituras.
Virtualmente niega toda la verdadera libertad de la voluntad humana
Si, como arguye Nels Ferre, el amor radical de Dios perseguirá a todo hombre hasta que lo redima, ¿dónde cabe el libre albedrío? El amor que no es voluntario no es en verdad amor. ¿No forma parte de la dignidad intrínseca del hombre el poder decir: “No”, aun al omnipotente Dios? Sostener que al final la omnipotencia de Dios prevalecerá sobre la reticencia o la negativa del hombre equivale a quitarle su libre albedrío. Deja de ser hombre y se transforma en robot.
Niega la autoridad de la Palabra viva y escrita
En las palabras de J.H. Newman en su Apología, el universalismo “comete el error de someter al juicio humano aquellas doctrinas reveladas que por su naturaleza están fuera de su esfera e independientes de él, y de pretender determinar sobre una base intrínseca la verdad y el valor de las proposiciones que sólo pueden ser recibidas mediante la autoridad externa de la Palabra divina”. Grandes porciones de las Escrituras y sobre todo las enseñanzas de nuestro Señor están totalmente en contra del universalismo. A través de la Biblia hay un consecuente contraste trazado entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte eterna, la luz y las tinieblas, los justos y los malvados, los salvados y los perdidos, las ovejas y las cabras, los condenados y los liberados, el cielo y el infierno. Los contrastes son blancos y negros sin un atisbo siquiera del gris neutral del universalismo.
También enseña que hay una separación final e irremediable entre los perdidos y los salvados (Mt. 7:13), y entre las ovejas y las cabras (Mt. 25:32, 46). Aquellos cuyos nombres no se hallaron escritos en el libro de la vida fueron echados en el lago de fuego que perdura para siempre (Ap. 20:10–15). Estas Escrituras y otras enseñan acerca de una definida y final separación entre los redimidos y los perdidos. Procuremos reconciliar las doctrinas del universalismo con pasajes tales como Mateo 25:41; 13:41, 42; 2 Tesalonicenses 1:8, 9; 2 Pedro 2:9; Apocalipsis 14:9–11. ¿Qué significa la “gran sima” de Lucas 16:26? ¿Qué significado tiene la declaración de Jesús: “Estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mt. 7:14)? ¿Por qué la imperiosa necesidad del nuevo nacimiento si todos serán salvos de todos modos (Jn. 3:3)? ¿Qué respuesta hay a la solemne aseveración de Mateo 12:32: “Al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”? Estas son algunas de las dificultades que confrontan al universalismo, si no se impugnan la autoridad de Cristo y de las Escrituras.
Minimiza la gravedad del pecado
Desde Génesis 3 a Apocalipsis 22 se enfatiza la gravedad del pecado. Dios lo considera tan serio que la única manera en que Él pudo contrarrestar sus efectos funestos era entregando a su Hijo a la agonía y a la vergonzosa muerte de la cruz. Si todos los hombres tienen el mismo fin en la vida venidera, si la recompensa del ateísmo es la misma que la de la santidad, ¿qué incentivo hay a vivir una vida santa? ¿Qué objeto tienen las reiteradas advertencias sobre la paga del pecado? La muerte deja de ser un castigo a la transgresión de la ley de Dios y se torna en un portal deseable al gozo celestial. Una de las tendencias más graves del universalismo es la de contribuir a que el hombre considere livianamente al pecado.
Le quita valor a la enseñanza bíblica sobre el juicio final
Si todos están redimidos y sólo necesitan que se les informe al respecto, ¿qué objeto tiene el juicio final enseñado tan claramente en el Nuevo Testamento, en pasajes tales como Mateo 25:31, 32; 2 Corintios 5:10; Hebreos 9:27; 2 Pedro 2:9; Judas 14, 15? ¿No será, como alguien ha sugerido, más bien la absolución final y no el juicio final? ¿No constituye una parodia de justicia?
“Los efectos del universalismo en un servicio fúnebre serán muy llamativos”, sugiere A.C. Webster. “Ya sea los funerales de Nerón o de San Pablo, de Eichman o Schweitzer, de Hitler o de Niemoller, de un agnóstico o de San Agustín, de un ateo o de Atanasio, de Judas o de Santiago, a todos por igual se los podrá encomendar a ‘la segura y certera esperanza de la resurrección de los muertos para vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor’.”
Le quita urgencia a la predicación evangélica y un poderoso movil al servicio misionero
Si el universalismo es verdad y todos los hombres finalmente serán salvos, a pesar de lo que hagan o dejen de hacer, ¿qué cabida tendrían las palabras de San Pablo quien a la luz del juicio venidero dijo: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (2 Co. 5:11)? ¿Dónde está el temor en su mensaje? Si la salvación está disponible después de la muerte, ¿por qué la nota de urgencia y advertencia en pasajes tales como 2 Corintios 5:10; Hebreos 4:7; 10:27–29? ¿Qué necesidad hay de embarcarnos en un programa misionero costoso y sacrificado? ¿No será que esta doctrina tenderá a impulsar a los hombres a especular con sus almas?
Estos son algunos de los efectos nocivos de la doctrina universalista que se proclama desde los púlpitos de muchos teólogos liberales en la actualidad. Necesitamos un renovado énfasis sobre la enseñanza de las Escrituras en el sentido de que el hombre sin Cristo está perdido.
Sanders, J. Oswald. ¿Están Perdidos?. London: Ediciones Hebron, 1984.
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